
En Fuentemolinos con Espeleofoto.
El pasado sábado 11 de enero, convocados por Espeleofoto, nos reunimos un nutrido grupo de espeléleogos de diferentes zonas de la península (Madrid, Burgos, Cantabria…) con el objetivo de visitar la cueva de Fuentemolinos. Por parte del F.U.E nos acercamos Sergio, Aina, Gorka, Emilio, Sabino, Urtzi e Imanol.
Fuentemolinos se ubica en el monte de la Cuesta perteneciente a la Sierra de la Demanda, cercano a la localidad de Puras de Villafranca, del termino municipal de Belorado (Burgos) donde existe un complejo de cuevas y también de minas de extración, posibles de visitar a través de su centro de interpretación. La más extensa de todas es la Fuentemolinos, una curiosa cavidad, un sistema creado entre bloques de conglomerado pudinga, roca sedimentaría detrítica, es decir, gravas sedimentarias de canto rodado cementado.El efecto de todo ello es el de una galería con piedras redondas del tamaño que oscila entre una pelota de tenís a un balón por todas partes, sobre todo en el techo, y coladas de estalactitas y estalagmitas que aparecen de grietas y de la propia porosidad del material que “cementa” el conglomerado. Es impresionante y hacen de la cavidad un lugar de gran interés geológico, dotándola de gran belleza. Es la sexta cueva del mundo de este tipo. Su acceso (tiene dos, ambos cerrados para su preservación, uno por la salida del riachuelo que la recorre en su interior y a seis metros por encima de esta, una gatera) a través de la gatera, nos adentra a una amplía galería por donde transcurre una regata de cierto caudal (afluente del Tirón) y desde donde accedimos a los diferentes niveles de esta cueva de 4,086 metros, topografíada en su día por el grupo Niphargus.
Divididos en dos equipos encabezados por los fotógrafos de Espeleofoto Rupo (organizador de la excursión) y Sergio, que ilustran con parte de sus fotografías este post, recorrimos Fuentemolinos retratando escenas y rincones de gran belleza y como en todas las salidas de Espelofoto rodeados de un gran ambiente y camaradería. Volvimos por la espectacular galería fósil que desciende entre una gran grieta que te sobrecoje y marmitas llenas de agua donde Rupo nos obsequió con diferentes maneras de cruzarla sin caerse (para nuestra tristeza). Fue jornada divertidísima explorando toda la cavidad y realizando fotografías, que terminó con una buena ración de grasas saturadas de todo tipo y bebida isotónica de uvas (la mejor biodramina para el viaje de vuelta si no conduces). Esperamos ansiosos la próxima convocatoria de Espeleofoto.